Nos llamaremos Comunica la Ciudad: siete años después

—Ricardo, ya sé cómo nos vamos a llamar.

—¿Cómo?

—Comunica la Ciudad.

Era un miércoles hacia las 10 de la mañana. Recuerdo que una noche antes de ponerle nombre a nuestra alianza, comenzamos a redactar, en rotafolios pegados en la pared, las bases de nuestro proyecto Las 10 Cuadras Más Prósperas de México; las pruebas obran en mi poder. Luego de siete años, tomados de la mano con todas y todos ustedes, hemos tratado de ser Ciudad y Palabra, un binomio poco frecuente, pero indispensable. Gracias, aquí estamos. Siete que son los pecados capitales, y séptimo el arte de las imágenes en movimiento y siete los años que desde Comunica la Ciudad hemos logrado esta conversación con el ágora de la vida y sus habitantes.

Siete años después, me honra agradecer a las muchas organizaciones de la sociedad civil y a las y los “ciudadanos de a pie” por permitirnos caminar a su lado; intentar todos los días comunicar el aire, la calle, la banqueta, el transporte, los pasos de peatones, indispensables para construir ciudadanía; la vivienda, el desarrollo urbano que tanto se nos ha dificultado como país, que a veces se nos niega, que al menos cada 30 años se derrumba; que tiene a millones de personas viviendo como “los nadie” que dice Galeano, los “sinciudad”; que se nos revela en sus formas más crudas, que a veces nos da la espalda, pero que también da esperanza a quienes no perdemos la fe, misma que la sociedad civil suele renovar cada que se le convoca ante la tragedia, me maravilla su resistencia y nuestra lucha colectiva. Encontrarnos pues, en el espacio público que nos pertenece y que hacemos nuestro. “La banda” constituye el primero y el último reducto de la conciencia y de la disidencia, y la posibilidad de vivir en una ciudad donde quepan muchas ciudades; en “un mundo donde quepan todos los mundos”, aquí nada, y jamás, es posible sin el otro, “el otro que me da plena existencia”.

Siete años después hemos pedaleado también a un lado de los cambios de rumbo más necesarios y más importantes que nuestras ciudades y nuestro país demandaron y alcanzaron. Hemos tenido el privilegio de acompañar autoridades de los tres niveles de gobierno, y nos sentimos honrados de haber participado al lado de la generación más comprometida y honesta hasta la fecha en el ámbito del desarrollo urbano y el territorio del actual gobierno federal. Celebramos cada uno de los aciertos de la autoridad, y cuando viene, nos duele la desazón, y en todo caso, acompañaremos con mirada crítica, cabalidad y conciencia plena, aquello que nos ocupa y nos distingue cuando de comunicar se trata.

Siete años después nos reconforta el abrazo de una iniciativa privada que en muchos casos reconocemos profundamente comprometida con la vida pública urbana en México; las y los empresarios son mucho más que el motor de la economía, o los creadores número uno de empleo. Son la posibilidad de cambiar la cara del futuro a partir de la honestidad, de la inteligencia, de la verticalidad. Son la inversión a fondo perdido y ganado para que nuestros hijos dejen de morir atropellados en las calles, para que nuestras bicis pedaleen alegres “solo movimientos del aire”, dice Neruda; son la apuesta ganadora que pronto debe arriesgar aún más y caminar con nosotras y nosotros, y poner el resto y lograr una agenda del porvenir.

Queridas amigas y queridos amigos, gracias. Seguiremos si ustedes siguen con nosotros, y no dejaremos de pensar, trabajar, crear todo lo que podamos para andar juntos en estas ciudades nuestras que tienen tanto que decir y tanto que comunicar, vocación que nos ha honrado gracias a su amistad y a su confianza.

Gracias por acompañarnos siete años, gracias por enseñarnos cómo se Comunica la Ciudad.

 

Jonás

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