Darle nueva vida al sector de la construcción no implica sólo acabar con las malas prácticas, sino articular nuevos modelos que fomenten la inversión.
Por José Antonio Díaz*
La actual administración tiene la gran oportunidad de mostrar que en materia de desarrollo urbano y vivienda, no solo van a desmantelar malas prácticas del pasado, sino que también van a articular nuevos modelos que fomenten la inversión privada y social necesarias para satisfacer las necesidades del país.
La industria de la construcción es uno de los principales motores del crecimiento de México debido a que genera millones de empleos y tiene un fuerte efecto multiplicador en la economía.
En 2019, la construcción contribuyó con el 7.7% del PIB nacional y alcanzó una facturación anual de más de $1 billón 747 mil millones de pesos, generando seis millones de empleos directos y tres millones indirectos.
Veremos los datos del 2020 y con la información disponible al día de hoy podemos anticipar un decrecimiento que podríamos calificar de brutal.
Situación Actual
El sistema neoliberal, para usar el término en el contexto actual, produjo serios niveles de pobreza y descontento de una población que votó a favor de un cambio de régimen. Es un hecho.
En mis palabras, la falta de conciencia social de los que más tienen con respecto a la población de menores ingresos es la principal razón de que hoy estemos experimentando los efectos de un cambio de régimen que se ha propuesto desterrar las estructuras que nos trajeron a la situación actual del país.
Sin embargo, por diversos motivos, a casi un año y medio con el nuevo régimen en el poder, no hay nuevos cauces para construir las nuevas estructuras de producción. Solo hay críticas y descalificaciones cruzadas. No hay diálogo constructivo y cada vez mayor frustración. Eso es muy grave.
De seguir así, el desmantelamiento de los sistemas anteriores, terminará en demolición y el impacto más importante se verá en la pérdida de un alto número de empleos.
Propuesta
Creo que toca a los actores experimentados con visión de largo plazo, con capital y capacidad de asumir riesgos (empresarios) actuar para generar esos nuevos cauces de reconstrucción en conjunto con la sociedad y las autoridades.
Entendiendo que las reglas del juego han cambiado, debemos poner entre las prioridades (de los empresarios) una sensibilidad social que, si no ausente, sí ha sido precaria.
Ante la falta de avances concretos en nuestra industria, creo que procede una postura seria, profesional, constructiva pero también fundamentada en la realidad de la industria y la importancia de la colaboración del estado, la sociedad y el sector privado, hasta ahora devaluado, criticado o relegado.
Se requiere algo así como un manifiesto de la Industria (privada) de la Construcción dirigido al gobierno federal (SEDATU) y a la opinión pública (incluyendo al público en general y a los empleados de la industria en particular) en el que “levantemos la cabeza” para cooperar hacia adelante. Esto no lo hemos hecho.
En otras palabras, se requieren propuestas concretas de inversión privada para programas ya definidos por el nuevo gobierno que hoy son solo lineamientos sin ejes de acción para el sector privado específicos. Me imagino ejes concretos como vivienda nueva de interés social, autoconstrucción asistida, programas de recuperación de vivienda abandonada, polígonos de mejoramiento urbano, etc. que establezcan derechos y obligaciones de las entidades públicas, privadas y sociales con un enfoque de largo plazo.
Tendremos que encontrar nuevas formas para trabajar con municipios y estados para corregir los errores del pasado como, por ejemplo, falta de diseño y planeación urbana, errores de ejecución, corrupción y falta de visión de largo plazo con participación ciudadana.
Los empresarios no podemos organizarnos solamente para la defensa de intereses estrictamente económicos, eso no va a funcionar. Es necesario propiciar acuerdos verdaderamente solidarios, con enfoque social de largo plazo.
Creo que vale la pena el esfuerzo y la forma de plantearlo es:
La industria de la construcción quiere apoyar la visión social del nuevo gobierno con inversión privada, generación de empleos y reactivación económica. Para eso se requiere de un verdadero diálogo en el que se acepte a los actores del sector privado como interlocutores válidos, en vez de intermediarios, traficantes de influencias o coyotes corruptos. Para esto tenemos que demostrar lo contrario.
Si queremos hacer algo así, vamos a tener que convocar a una jornada de “Reconstrucción” de la industria de la construcción con un nuevo enfoque que tenga a las familias y a las ciudades, a lo urbano y al medio ambiente, como sus principales prioridades. Habría que convocar a todos los sectores involucrados, incluyendo gobiernos, otras industrias y a la academia, entre otros.
Las bases
La SEDATU publicó hace meses su Programa Nacional de Vivienda donde están definidas las pautas del nuevo régimen, que acertadamente abre un amplio abanico de opciones, que no se reducen a la producción industrial de vivienda nueva con subsidio, como en el pasado.
En el PNV, están los lineamientos que marcan claramente la generación de nuevas industrias como la Regeneración Urbana (barrios y colonias, centros urbanos, conjuntos habitacionales, asentamientos precarios e informales) y la Urbanización Social (auto producción y producción social de vivienda). Ahora toca ejecutar, y para eso se requiere de los sectores privado y social.
Propósito
El propósito de la industria es seguir participando en la transformación a un país mas próspero, pero también mas justo. Seguir invirtiendo y continuar con la generación de empleos que detonen el bienestar social en beneficio de todos los mexicanos.
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El autor es fundador de Comunidades que Renacen, SAPI de CV, presidente de la Fundación Tú mas Yo, A.C., co-fundador de la Alianza para la Regeneración Urbana, A.C., e integrante del Grupo de Asesores Estratégico de la SEDATU.