Lo más importante de todo era contar con una Ley General de Movilidad y Seguridad Vial. Desde el inicio de esta construcción, acompañé a una de las organizaciones que impulsó hace más de una década el proyecto y se repetía lo siguiente: “esta ley no va a ser perfecta, pero debe existir. Con el tiempo la iremos moldeando y modificando para hacerla cada vez mejor, pero debe existir”. Con eso en mente, finalmente las armadoras de auto harán su luchita con el gran poder económico que representan pagando a cabilderos, y era de esperarse; sin embargo, entre eso y lo que hicieron las empresas tabacaleras, que impidieron una actualización por la ley general de tabaco por prácticamente 20 años, me quedo con lo que pasó con las armadoras.
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