Roberto Ascencio,

Esta lucha que lleva tantos años, es un reflejo a nivel macro de lo que ha sido el siglo XX y El Siglo XXI no solo en el uso del auto, sino en  la forma en la que dictan las leyes la forma de vivir en sociedad quien tiene el capital.

El reflejo de la prioridad que le hemos dado al auto en cada aspecto de nuestras vidas es por lo inmensamente lucrativa que es esta industria, como lo vemos en otras industrias. Mas coches se venden con mayor margen de ganancia, pero sin tomar en cuenta el ambiente por el cambio climático, la seguridad vial, entre otras. Al ser una industria que deja tanto dinero, es difícil luchar desde un nicho más específico, en la que activistas de la movilidad no tenemos intereses de capital que sí tiene la industria; misma lucha, pongo de ejemplo, el etiquetar los productos “chatarra”. Es el pequeño David contra Goliat. Eventualmente vamos a ir cambiando la mentalidad y la forma en que la industria ha logrado cambiar nuestra cultura.

Hace poco me subí un Uber y me decía “desde que pusieron <span;>esta pinche ciclovía <span;>(Insurgentes)…”. Probablemente cualquier otro pasajero habría dicho que nos robaron un carril, pero yo le contesté que habíamos ganado un carril; cada vez se siente menos que las bicis y los peatones somos los que estamos invadiendo la calle.

Esta ley tiene la capacidad de irle quitando esos privilegios al auto y generar una rendición de cuentas los riesgos que generan en las vías públicas.

El gran triunfo que yo veo es el cambio en la mentalidad para México; hay países donde ya se entiende que incluso el invasor es el coche, que creo ese es el escenario ideal.

Sobre las reservas yo creo que es un avance,  por lo menos siembra la semilla y iremos avanzando hacia el camino ideal. Poco a poco esa idea utópica, con este tipo de leyes, sirven para tener clara la dirección correcta.

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